domingo, 23 de mayo de 2010

Santa María en Cameros


Santa María en Cameros es un pueblo deshabitado perteneciente al término municipal de San Román de Cameros, en la sierra del mismo nombre.

Se puede acceder a él desde San Román, a unos 3 km por el camino que parte desde el cementerio y que sigue el curso del río san román montaña arriba. El camino es bastante llano durante la mayor parte del trayecto, en el que se pueden observar algunos caballos pastando abajo, en el río, junto a pequeños saltos de agua y pozas.

También se pasa de largo un embalse artificial que da de beber o de regar a San Román y a unos 200m de llegar a nuestro destino, justo donde parece haber un antiguo puente, llegan las aguas de tres ríos:
  1. el arroyo Valdemurcia, que nace cerca de Montalbo en Cameros
  2. el arroyo San Antonio, que nace en Torre en Cameros
  3. el arroyo Antoria, que nace en el termino de Viguera
Todos ellos desembocan en ese sitio, que antiguamente era llamado "Los Arroyos" y es donde se forma oficialmente el río San Román, que a su vez, muere en la localidad del mismo nombre, junto al río Leza. Los habitantes de este pueblo bebían agua de una fuente llamada "La Costana", que estaba fuera del núcleo.

A partir de este punto, hay que salirse del camino, cruzar el arroyo y empezar a subir la escarpada loma sobre la que se encuentra Santa María, ya que el camino de carros pasaba de largo y tenía la entrada por la parte posterior, añadiendo casi un kilómetro más al camino.


Desde abajo se ve altiva la espadaña de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, edificio que todavía tiene en pie la mayoría de sus muros, no así el techo justo encima de donde otrora estaba el altar ni tampoco la entreplanta del coro.


Interior de la iglesia:


Además de la iglesia, el pueblo tenía dos ermitas, la de San Miguel, cercana al pueblo, y la de Nuestra Señora de los Remedios, situada en las eras. Hoy en día creo que estarán reducidas a cuatro muros inidentificables ya que no las encontré.

Junto a la iglesia sin embargo sigue sobreviviendo el frontón gracias a unos contrafuertes que posee por la parte trasera, donde también hay una fuente-bebedero y unos bancos. Seguramente se estaría muy fresquito en verano allí a la sombra del frontón.


En el siglo XIX, más concretamente en 1848, (gracias a Pascual Madoz), el pueblo pertenecía al partido judicial de Torrecilla de Cameros y había en Santa María 124 habitantes, repartidos en 34 casas, que estaban distribuidas en dos barrios, el barrio de Arriba y el barrio de Abajo, el barrio de arriba, al estar más protegido de la pendiente de la loma, está en mejor estado. Aquí tenemos el aspecto actual de varias de sus calles, con sus casas y pajares:



Además, en 1848 el pueblo contaba con ayuntamiento y una escuela de primeras letras a la que asistían 19 niños y 6 niñas. El correo venía desde Lumbreras de Cameros dos días a la semana por medio de balijero.

Una calle ya algo complicada por la que pasar:


Otra de las calles del barrio de arriba:


A medida que nos vamos alejando de la plaza del pueblo, donde estaba la iglesia, la fuente y el frontón y caminamos por su única calle del barrio alto, en un trozo amplio de la misma, giramos la vista para ver qué historias hemos dejado ya atrás y vemos lo siguiente:


Nos alejamos del pueblo, hacia las eras, donde todavía los árboles no han podido colonizar esos pastos que durante generaciones y siglos de señoríos han sido tan intensamente labrados. (Pinchar en la imagen para agrandarla)


Desde este punto, varios de mis acompañantes (Alberto, Sebas, Laura) se quedan descansando y otro amigo (Jay) y yo nos atrevemos a subir a lo alto del monte para ver la vista a ojo de buitre. Pero antes de dejaros con ese sabor de boca, tengo que agradecer a las personas que me acompañaron, o más bien, a las que acompañé, sin ellas llegar hasta aquí me hubiera llevado algunos meses más o quizás años. También hay que dar las gracias a nuestra querida guía, la incansable "Nesca", que se conocía el terreno a la perfección.


Nos acompañó también hasta lo alto del monte, donde ya para terminar, vimos la maravillosa vista del despoblado de Santa María en primer lugar y más allá el pueblo de San Román. Como veis, la naturaleza está intentando colonizar el pueblo, y las laderas de aquellos montes de pastores, ahora han sido repobladas con diversas variedades de árboles de hoja perenne y caduca.



En sus buenos momentos, hace 160 años, el pueblo se dedicaba, como todo Cameros, al pastoreo trashumante, tenían ovejas churras y merinas, y algunas vacas para la labranza. Por la zona también se cazaban perdices y liebres, y los arroyos daban algún que otro pez pequeño.

Al pueblo no le llegó la era industrial salvo por unos cuantos telares de paños y balletas de consumo propio, un torno de hilar para las fábricas de Soto de Cameros y un molino harinero que para entonces ya no se utilizaba.

En tiempos actuales dicen que un señor mayor rehabilitó su antigua casa en la que estaba durante los veranos, pero en invierno, unos vándalos entraron y la destrozaron, así que este hombre cuando lo vió, en un ataque de rabia, quemó su casa y el fuego se propagó por todo el pueblo, dejando el mismo tal y como está ahora.

Por último, para evocarnos viejos olores y sensaciones, me gustaría acabar con un refrán anónimo (no he conseguido encontrar al autor, aunque es reciente, así que si lees esto, por favor, ponte en contacto conmigo) que a su vez responde a un poema de Garcilaso de la Vega, y que hace referencia al pueblo de Santa María.

Marchitará la rosa el viento helado,

todo lo mudará la edad ligera,

por no hacer mudanza en su costumbre.

(Garcilaso)


La torre sepia de la iglesia, huérfana de tañidos, vencejos y cigüeñas,

parda mortaja es de ausencias y nostalgias; sus ojos espantados de silencios

son dos cuencas vacías de cielos transparentes

desde el camino viejo de San Román junto al hilo de agua

que se derrama lento por el valle, hasta llegar a enmadrarse

en la angostura maternal y antigua

del río Leza.

Subo la arriscada senda

hasta el pico de águilas buscando

las risas de los niños, las palabras de amor, los sueños,

en algún rincón del aire espesado en los bravíos cardo

que crecen silenciosos entre raídos muros calcinados

cuna de sueños, lecho de pasión, reja enamorada,

un día

hoy sólo un sabor salobre, azul y amargo de

ausencias.


Vago como perdido por calles no trazadas, entrevistas en sueños fugaces,

verdes de jaramagos, pobladas de fantasmas, ortiga

y silencios. Ando sobre abrojos de orfandad, huesos de desconsuelo

cementerios lejanos

revividos de alarmados rescoldos por el rayo vital del

recuerdo.


¿Todo lo mudará la edad ligera?

No todo, Garcilaso, amigo.


El viento helado de este pico de águilas desrosará la frágil

rosa. El niño que sueña en la cuna tendrá ya sueños oxidados

de relojes sin tiempo, desbravando tal vez manadas enloquecidas de animales

de chatarra y plástico. La reja enamorada estará en una madrugada de tedio

y oquedades destejiendo con sus dedos de escarcha y forja

el marchito bordado de amores envejecidos, que tiene un olor agrio

a sudor, orines y muerte enredado en los hilos de la trama.

Los ojos de la torre, la cuna, el lecho y la reja

son vieja arquitectura vecina de la nada.


Pero, en esta tarde de diciembre, fina y brillante

como cuchillo camino de la herida, un ángel cárdeno recoge entre sus alas

latidos de campanas, la sonrisa de un niño, el amor jadeante,

arquitectura perenne en el aire cristalizado remansada


¿Todo lo mudará la edad ligera?

Quizá, aunque presiento que en estas calles sin pasos, en estas plazas sin almas,

está viva la vida

porque las cosas huyeron asustadas del tiempo tornadizo a refugiarse

en el nido caliente del recuerdo,

en el reino inmortal de la memoria, el reino eterno

de las cosas.

San Román de Cameros, enero del 98


Y ya si que me despido, pensando ya en cual será el siguiente pueblo Camerano que visite y que comparta con todos vosotros.

Saludos
Espinosa

Bibliografía:
Diccionario de P.Madoz 1848

viernes, 14 de mayo de 2010

Introducción: Los Cameros


Hola de nuevo. Ha pasado medio año desde que abrí este blog y desde que lo dejé olvidado. Pero al igual que por todos aquellos pueblos abandonados que hay por toda la península Ibérica, un día pasó un caminante por aquí, y este blog se llenó de orgullo y un poco más de vida.

Estoy aquí de vuelta para contaros, de una manera menos impactante que la anterior, historias de esa sierra que tanto me gusta, que tanto ha significado para una región como La Rioja, y a la que tantas familias, sin saberlo u haberlo olvidado, han pertenecido.

Esa tierra es Cameros.

Cameros es una denominación coloquial de un territorio montañoso en lo que un día fue el límite sur del Reino de Pamplona, en el Sistema Ibérico, junto a las Sierras de la Demanda, la Hez y Yerga. Estaba estructurada como un feudo, gobernado por el Señor de Cameros desde el año 1040, al que pertenecían unos cuantos pueblos (en un principio 44)... pero no todos.

Se cuenta que los pueblos que estaban bajo jurisdicción y propiedad del Señor eran los que en su apellido rezaba: "de Cameros", mientas que los que ponía "en Cameros" eran pueblos o bien posteriores y libres del yugo, o bien fuera de los límites.

Cameros estaba estructurado en las faldas de dos valles, los de los ríos Iregua, al oeste, y Leza-Jubera, al Este. Entre río y río se levantaba los picos que separaban ambas partes, llamándose la occidental el Camero Nuevo y la oriental el Camero Viejo.


Más tarde, en 1176, los reyes Alfonso VIII de Castilla y Sancho VI de Navarra, debido a las continuas disputas por el territorio, llamaron a mediar el conflicto al Rey Enrique II de Inglaterra, laudo tras el que Navarra perdió, entre otros, la comarca de Cameros.

Tras esta adquisición de Castilla, el Camero Nuevo pasó a la provincia de Burgos y el Camero Viejo a la de Soria. Esta división administrativa en dos de un territorio único con fuertes lazos entre los pueblos desató tal serie de problemas que en 1802 volvieron a ser uno bajo la jurisdicción de Soria. En 1833 se creó la nueva provincia de Logroño y se trazó el límite con Burgos y Soria justo por la línea que une los picos más altos de las sierras del sur de esta nueva provincia. La bandera de por aquel entonces era la siguiente:



A lo largo del tiempo y de las guerras, la provincia de Logroño quedó engullida casi por completo por la de Burgos, hasta que quedó estable y finalmente en 1976, con la Democracia, la provincia se separó de lo que ya era la Castilla la Vieja y se formó la nueva Comunidad Autónoma de La Rioja, tal y como la conocemos hoy en día, con la querida bandera cuatricolor y el escudo recordando las 3 flores de Lis anteriores, la Cruz de Clavijo/Santiago y el Castillo de Ambasaguas.



La historia desde aquí, todos la conocen, así que volvamos a los Cameros.

Cameros era una tierra de pastos, los habitantes vivían de la ganadería bovina, caprina y ovina y cada año hacían su peregrinación trashumante hacia la Extremadura, donde encontraban pastos verdes donde su seca tierra ya no les daba. Los inviernos en Cameros eran fríos y duros, ya que es en esta Sierra donde se juntan los tres climas, el Atlántico por el Norte, el Mediterráneo por el Este y el Continental por la Meseta Castellana, al Sur-Oeste. La familia que tenía ganado gozaba de un buen futuro, aunque duro a su vez. Los jóvenes pastores abandonaban a su familia durante meses para luego volver con la primavera a ver a sus prometidas, como cuenta la canción:

[ I ]

Ya se van los pastores

a la Extremadura;

ya se queda la sierra

triste y oscura.

Ya se van los pastores,

ya se van marchando;

más de cuatro zagalas

quedan llorando.

Ya se van los pastores

hacia la majada;

ya se queda la sierra

triste y callada.

[ II ]

Ya se van los pastores

a la Extremadura;

ya se queda la sierra

triste y oscura.

Ya se van los pastores,

ya se van marchando;

más de cuatro zagalas

quedan llorando.

Ya se van los pastores

hacia la majada;

ya se queda la sierra

triste y callada.

Lucerito que alumbras

a los vaqueros,

dale luz a mi amante,

que es uno de ellos.

Lucerito que alumbras

a los pastores,

dale luz a la prenda

de mis amores.


No me digáis que no se os ponen los pelos de punta al leerla, qué tiempos más encantadores tan duros, a su vez, y llenos de buenas historias debían ser aquellos. Desde hace tiempo, en Logroño, en el reloj del actual edificio de Ibercaja frente al Espolón, cada día a las 12:00h, suena esta melodía. Todos los días un buen hombre sube a darle cuerda, algún día contaré su historia.

Pues bien, de esos esfuerzos que hicieron aquellos pastores por resistir esas duras condiciones climáticas, hoy sólo nos quedan tres cosas: los pueblos que siguen vivos y rehabilitándose, los pueblos que se han quedado despoblados (de los que hablaré en este blog) y por último, el Queso Camerano, con denominación de Origen. Ya por los tiempos medievales de Gonzalo de Berceo se conocía este esquisito manjar fruto del esfuerzo y del trabajo de los hombres de entonces.

Unas tierras dan vino, en otras dan dineros,
En aguna Çevera, en alguantas carneros,
Fierro traen en Alava e cunnos de azeros,
Quesos dan en ofrendas por todos los Camberos.

Y con esto ya sí que me despido, esperando que ahora no muera la memoria de esta Tierra, que es lo que hoy por hoy, es lo único que pretendo

Un gran saludo a todos
Espinosa

Bibliografía: